El secreto de la belle nuit by Maite R. Ochotorena

El secreto de la belle nuit by Maite R. Ochotorena

autor:Maite R. Ochotorena
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial, Intriga
publicado: 2015-05-17T22:00:00+00:00


Entraba el mes de marzo, y los días iban alargándose poco a poco, trayendo en ocasiones adelantadas ráfagas de promesas primaverales. Así sucedía aquel día en la ciudad de Moulins. El sol abrigaba las alegres calles con una luz especial, brillante y agradable, y entre sus rayos delicados una brisa encantadora se derramaba enriqueciendo el aire con ese augurio espontáneo que proclama el próximo fin de un crudo invierno. Los ciudadanos lo intuían y como movidos por un impulso común se habían lanzado a la calle a pasear, ávidos de sol, a desterrar el incómodo invierno y sus eternas tardes, tristes y oscuras.

Por las altas y cuadradas ventanas del piso de Elizabeth Guisset ese mismo sol entraba a raudales, desparramándose por el suelo y las paredes. Envolvía la figura de la joven mientras hacía sus maletas a toda prisa, con la ayuda de Clarisse. Cerca de ellas, Valerian alzaba el rostro hacia aquella luz cálida, dejándose acariciar por ella con los ojos cerrados, ajeno al ajetreo que desde primera hora dominaba a su protectora. Elizabeth le había dicho que se marchaban, pero no a dónde. Estaban ocupadas guardando sus ropas y las escasas pertenencias que al parecer siempre llevaban con ellas, y habían comprado un pequeño baúl para él, donde también estaban colocando la ropa nueva que le habían comprado desde que le sacaran de las calles.

Valerian se volvió hacia Clarisse y vio cómo ésta cerraba el baúl y lo dejaba a los pies de la cama, a su lado. Elizabeth también había terminado en aquel instante, cerró sus maletas y las depositó junto a su baúl. Estaba muy hermosa, envuelta en una aureola luminosa. No llevaba su peluca castaña, y su auténtico cabello resplandecía por el sol con destellos dorados. A Valerian le gustaba más su pelo natural y esperaba que algún día Elizabeth no tuviera que llevar peluca. Suspiró tranquilo. Se sentía seguro con ella.

—Señora... —murmuró Clarisse con timidez— ¿puedo preguntaros a dónde iremos... cuando todo haya terminado?

—¿Para qué quieres saberlo Clarisse? No es necesario, créeme. Es mejor para vosotros dos no saberlo.

—Claro, es sólo que... —se excusó ruborizándose—, me siento un tanto aturdida. Últimamente hemos ido de un lado para otro sin parar... Cambiando de identidad, de residencia, y, bueno, supongo que estoy algo cansada. Y también asustada... ¿Y si algo sale mal?

—Clarisse —Elizabeth parecía querer transmitirle confianza cuando la tomó de las manos con dulzura inusitada en ella—, te ruego que confíes en mí... ¿Lo harás? Te prometo que todo irá bien. Pronto podrás ser tú misma, Valerian será Valerian, y yo seré yo misma. Os llevaré a un lugar encantador y todo esto quedará atrás. Podremos empezar de nuevo.

—Sí señora... —sonrió Clarisse esperanzada.

—Por ahora, tendrás que hacer un pequeño esfuerzo, dominar tus nervios y seguir nuestros planes al pie de la letra.

—Pero señora, temo defraudaros...

—Por favor, Clarisse, será la última vez. Ya queda tan poco... Necesito que seas fuerte. Ya lo has hecho más veces. También fuiste mi prima, Emmanuelle Bertrand, ¿recuerdas? Y lo hiciste de maravilla.



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